Editorial
- Santiago Paniagua
- 28 mar 2016
- 3 Min. de lectura

Volver Sobre Lo Mismo
La comunidad dominicana de la ciudad de Newark, ha sido golpeada y maltratada e inclusive se han levantado calumnias de sus líderes basados en la realidad que algunas personas de la ciudad sólo escuchan a los políticos o personas en el po
der, cuando suelen expresar una opinión de una institución
o de una persona de nuestra comunidad, negándole el derecho que tiene la persona en cuestión de defenderse o de expresarse al respecto, antes de que por la espalda lo condenen o lo deshagan en pedazos, incluso sin conocimientos de la persona de la cual se habla.
Se usa mucho en la ciudad de Newark, que personas sin dignidad, sin responsabilidad y sin pantalones, inventen con su boca lo que no pueden demostrar con sus acciones o no pueden sustentar frente a quienes sólo pueden “criticar por la espalda”.
Lamentablemente hay dominicanos, que no tienen el nivel escolar, ni la preparación política, ni el deseo de servir a nuestra comunidad, como la comunidad dominicana se merece en esta ciudad, y que le hacen el juego a esos personajes, que hablan de división en nuestra comunidad y con sus acciones tratan de dividir y de quitarle mérito al liderazgo que ha desarrollado la comunidad dominicana en esta ciudad.
Liderazgo que ha sido bloqueado por otras comunidades, que viven asustadas, porque según ellos “le van a comer los dulces”, su miopía política no les deja ver que son comunidades en decadencia, con un liderazgo en decadencia, que tarde o temprano van a ser sustutuídos por la nueva generación de líderes que representan otras comuinidades Latinas, que trabajan, que progresan, que siembran cada día la semilla de la educación, que cada día dependen menos de los recursos del Estado, comunidades cuyos hijos de segunda y tercera generación no necesitan “arreglar papeles”, ni son ilegales, como expresara hace pocos días una “educadora”, de esta ciudad.
El golpeo sistemático contra la comunidad dominicana, va a terminar cuando el liderazgo dominicano se ponga los pantalones largos y entendamos que somos una comunidad fuerte, que tenemos suficientes votos para que se nos tome en cuenta, que tenemos las fuentes de trabjao para hacer el dinero que necesitamos para correr una campaña y nos unamos como un solo hombre en un solo pensamiento y en una misma acción para lograr representación política en la ciudad donde vivimos, pagamos impuestos, compramos y vendemos y hacemos vida social.
Nosotros no necesitamos desplazar a nadie, solamente tenemos que buscar nuestro espacio, no es momento de pelear entre nosotros, es tiempo de apoyar toda buena obra que proyecte nuestra comunidad, toda acción llamada a elevar el concepto de nuestra comunidad, toda acción destinada a que se conozcan y se respete la comunidad dominicana de esta ciudad.
Las autoridades no tienen la culpa de vernos como una comiunidad pequeña, las comunidades en el poder tienen todo el derecho de defenderse y de decir de nosotros lo que ellos quieren, verdad o no, lo importante es que nosotros “los dominicanos”entendamos cual es el papel político que nos toca jugar en esta etapa histórica en la que estamos viviendo y enfrentemos con responsabilidad los retos que conlleva aspirar a tener representación política en las estancias políticas de nuestra ciudad.
Es tiempo de recapacitar, de pararnos en las esquinas y comenzar un movimiento renovador, de unidad, de paz, de objetivos definidos, que identifique un líder que se someta al escrutinio de nuestra gente. Es tiempo de descubrir que tenemos jóvenes valiosos, que no se han contaminado con la burocracia de políticos mentirosos y personajes oscuros que han vivido por muchísimo tiempo en nuestra comunidad mintiendo, hablando a espaldas de nuestro pueblo y haciendo negocios para su propio beneficio.
Apoyamos la iniciativa de nombrar “Salomé Ureña de Henríquez” el anexo de la escuela Elliot; de lograrse, sería la primera vez, que una escuela llevara el nombre de una educadora de origen dominicano a quien le sobran los méritos para que se nombre y quien representa una de las más grandes y productivas comunidades de la ciudad de Newark y de los Estados Unidos.
Los DOMINICANOS de esta ciudad nos merecemos ese nombre y vamos a luchar por él hasta las últimas consecuencias. Pero debemos mantenernos tranquilos, esperando nuestro momento, evitando todo tipo de provocaciones e insinuaciones; ya que eso es lo que no nos conviene porque las cosas deben ser ganadas de la manera correcta. Lo que nos corresponde, llegará.
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